miércoles, 13 de abril de 2016

NIEVE DORMIDA

NIEVE DORMIDA

Sentada en el frío banco de la estación, Carmen esperaba con incertidumbre el tren. Un viaje, una ilusión, un encuentro. Cogida de la mano de su hijos, escuchó a la locomotora Mikado escupir su negro humo y soplar sus zapatas. Siete años después del fallecimiento de su marido Manuel, Carmen observaba como los vagones tirados por la locomotora la transportaba hacia la blanca nieve dormida. Bajó del tren y miró. Manuel le sonrió y mientras se confundían con el resto de la gente, el blanco humo de la locomotora brilló como nieve dormida en la ciudad.