Querida Paula:
Quiero volar como tú. Quiero sentir el aire en mi cara y ser verdaderamente libre, como tú.
Poder escapar de la gravedad de esta ciudad. Darte la mano y sonreír. Dormir en el colchón de
las nubes y mirar hacia abajo mientras no siento vértigo. Sentir sólo el calor de tu mano y el
cobijo de tus brazos.
Cada vez que te miro es como mirar al cielo. Cada vez que miro al cielo es como ver tus
enormes ojos. Cada mañana, cuando tu voz me despierta diciéndome “papá” es como ver el
cielo. Cada atardecer cuando tu voz me acurruca diciéndome “te quiero” es como ver el cielo.
Cuando miro al cielo, te veo a ti, Paula. Creciendo a nuestro lado, creciendo junto a tu mamá y
tu hermano Diego.
Ahora, aquí en la ciudad, se hace de noche. Cuando miro al cielo de la noche tu voz me cobija.
“Te quiero, papá,” me dices antes de irte a dormir. “Buenas noches Paula,” digo siempre
mientras te arropo. Buenas noches, digo mientras miro al oscuro cielo de la ciudad.
Ahora, aquí en la ciudad, comienza a amanecer. Cuando miro al rosado cielo tu voz me da
energía. “Te quiero, papá,” me dices antes de ir al colegio. “Te quiero Paula,” digo mientras veo
cómo tu sonrisa ilumina el cielo.
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