jueves, 29 de marzo de 2018

El techo de cristal


¡Venga ya! ¿Seguro que no quieres ascender? Preguntaban y exclamaban a Juan sus compañeros de trabajo.
Juan no sabía con certeza qué responder. Su cargo era adecuado. Estaba feliz y tenía a su familia cercana. Sus últimos trabajos no habían pasado desapercibidos, y el ofrecimiento de un nuevo cargo de responsabilidad mayor había llegado hasta sus oídos.
¡Mira Juan! Con este cargo tendrás una nueva experiencia profesional que en un futuro puede abrirte nuevas puertas.
-Sí, sí. Ya sé. Pero es que tengo dos peques.
-No te preocupes Juan. Seguro que puede haber alguien que te los cuide… los abuelos.
Pero Juan sabía que esto no iba a ser posible. Su nueva posición en Londres hacía que, junto a su mujer, no tuviera a quien recurrir para buscar a los niños al colegio.
¡Juan, tenemos una familia maravillosa! – le solía decir su mujer Ana.
-Yo necesito también trabajar Juan.
El techo de cristal de Juan comenzaba a romperse y sólo él podría detener aquel avance.

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