Cuando tres
amigos se conocen en el barrio donde viven, juegan y se divierten. Les une una
gran amistad. Una amistad irrompible. Pero el tiempo pasa sin que uno se dé
cuenta.
¡No quiero que
pase tan deprisa!
Pero el destino
parece que quiere separarles. Así fue. Así tenía que ser. Esa amistad
irrompible quedó en una amistad pasajera: el trabajo, los estudios, la edad, el
amor... Atrás quedaron los buenos y malos momentos. Atrás quedó esa amistad. El
tiempo ha pasado.
¡No quiero que
pase tan deprisa!
Apenas un “hola”,
y un “¿Qué tal?”, se dicen en una rápida mirada intentando más bien ver otras
cosas. Ahora cada uno busca su camino. Nuevas amistades han conocido cada uno
de los tres. Raramente están juntos pasándoselo bien. Pero en su memoria estará
aquel vivo recuerdo de la infancia, ya que aunque aquellos tres amigos no
vuelvan a jugar, siempre les quedara el mejor y más vivo recuerdo de su
infancia; despierto en su corazón, como vivo recuerdo imborrable.
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